A los Cuarenta

A los cuarenta, nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina, y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años jóvenes.
A mi edad, seguramente hace rato me hice invisible para el mundo, pero nunca como hoy fui tan consciente de mi existencia, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento como ahora, hoy me reconozco una mujer, capaz de amar con la sinceridad del corazón, sé que puedo dar sin esperar nada, pero también se que no tengo que hacer nada, ni dar nada, que no me haga sentir bien, he descubierto al ser humano que sencillamente soy, con mis aciertos y mis errores.
El que me sorprende con la sutileza de un beso o con un simple TE QUIERO, es ese hombre, con quien he compartido los mejores años de mi vida, ¡Que bien! Me siento hoy y cuanta alegría experimento cuando contemplo a mis hijos viéndolos como se han hecho grandes, hoy puedo mirarlos con los ojos del alma, entrar en sus corazones y compartir con ellos el encanto de su juventud, que lindo también es ser abuela, es una razón para alargar la vida, es repasar caricias ya lejanas, es encontrar un nuevo sentido a la existencia, hoy, vivo la vida así como es, bonita, con sus ires y venires, con sus encantos y desencantos, con sus ratos de marea baja, con sus puestas de sol, con su ruido incesante y su ritmo ligero, hoy Sólo quiero dejarla correr, no quiero pedirle nada más, solo quiero agradecerla.